En su ponencia "Justicia e Interoperabilidad", hizo referencia a un artículo de The Economist: Government offline, en alusión a las grandes cantidades de dinero invertidas por el sector público en tecnología sin resultados, o por lo menos sin resultados comparables con el sector privado.
Esta ineficiencia viene dada, según ese artículo, por tres razones: Falta de presión competitiva, centrar el enfoque en la tecnología en lugar de la organización y una tendencia perversa de las administraciones públicas a reinventar la rueda. Lo de perversa no es del artículo original pero me viene al pelo para describir una situación enquistada en casi todas las administraciones españolas.
En otra lectura reciente: ¿Por qué fracasan los proyectos de Modernización en los Ayuntamientos? se trata también este aspecto. Este post de Miguel Ángel Dominguez habla de la poca experiencia de la empresa privada en el día a día de un Ayuntamiento, del poco dialogo existente entre los desarrolladores y el procedimiento administrativo, y de la situación que suele vivirse al final de todo el proyecto: el trabajador debe adaptarse a un sistema que no facilita el trabajo y además añade nuevas tareas, con lo que las probabilidades de que perdure son, cuanto menos, dudosas.
Cito ahora textualmente una parte del post:
Lo que si es mucho menos frecuente es poder ver los sistemas internos de un Ayuntamiento que ya ha ejecutado un proyecto de modernización, pues ninguno o casi ninguno se atreve a mostrar sus sistemas funcionando porque habitualmente estos sistemas no son lo que prometían en principio.
El motivo es precisamente que los proyectos rara vez acaban en éxito y los Ayuntamientos no se sienten orgullosos y por tanto no suelen mostrarlos públicamente.
No suelen mostrarlos públicamente, ya que valoran la posibilidad de tirarlos a la basura, y con el presupuesto del nuevo año volver a empezar, en todo o en parte, cambiándole el nombre al proyecto o haciendo modificaciones tan costosas como el original. Quizás convendría meditar el tema de los presupuestos anuales y las partidas que se invierten sistemáticamente en tecnología.
Como en todo proyecto, en los de modernización, en los que la tecnología tenga un porcentaje importante, también hay que medir, controlar los resultados y comunicarlos, con la máxima transparencia. Así nos ahorraremos estar vendiendo humo eternamente.
Recapitulando entonces, tenemos:
- Una administración sin la tensión que da la competencia. Con unos presupuestos para gastar.
- Unos proyectos centrados en la tecnología y no en la organización, es decir en las personas.
- Una tendencia a reinventar la rueda, porque lo que ha hecho mi antecesor no vale.
- Unas empresas con poca experiencia en la implantación de sus soluciones en las AAPP.
- Unos trabajadores apalancados en su inmovilidad que no desean herramientas que les compliquen el trabajo.
- Unos gestores políticos que no profesionales de la gestión pública, que no cuidan los aspectos técnicos (ver la interesante serie "por qué prefiero una Administración profesional" de @davidrjordan)
Con este panorama lo que me extraña es que los sistemas de alguna AAPP se mantengan en pie.
Somos muy dados al derrotismo y creo que no estamos tan mal, que hay que buscar soluciones, pero para mejorar, no estamos inmersos en tal caos.
Es cierto que falta colaboracióny comunicación entre todos los actores implicados: administración y empresa privada, políticos, funcionarios y desarrolladores. Necesitamos encontrar personas que hablen los dos idiomas, bilingues o trilingues. Sobre todo para no volver a reinventar la rueda.